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Fin a sueño americano Destacado

    Jesús vivió 16 años en Estados Unidos; es el primer chiapaneco que echa Donald Trump; aquí su historia

 Jesús Lara López regresó a su terruño del que partió hace 16 años con destino a los Estados Unidos y donde este martes 25 de julio fue deportado por el Gobierno de Donald Trump.

En la casa de su madre, Victorina López Velázquez, en el ejido Congregación Zaragoza, enclavado en las faldas del Volcán Tacaná de la zona alta de este municipio, el migrante pasó su primera noche.

A su llegada a esta ciudad fue recibido por sus hermanas, sobrinos y su cuñado; después de viajar 12 horas desde el aeropuerto de Clevaland, Ohio, Jesús fue llamado por la Immigration and Customs Enforcement  (ICE) a las 5:20 de la madrugada para quitarle el grillete satelital que le habían colocado desde marzo de este año, cuando se presentó a renovar su permiso y le dijeron que “las reglas han cambiado”.

En el 2008 fue arrestarlo por conducir sin licencia mientras conducía hacia el doctor y en el 2011 un juez ordenó su deportación, pero cada año el mexicano se presentaba ante el ICE a firmar.

“Con Obama me dieron permiso de trabajo, me lo extendieron cada año para tener seguro social y licencia. En marzo de este año me presenté a renovarlo, pero me respondieron que prepara un boleto de avión porque tenía que salir”, cuenta Jesús en entrevista a este periodista.

Tras dos horas de camino desde el Aeropuerto Internacional de Tapachula hasta su natal poblado asentado entre plantíos de cafetos, Jesús se fundió en un abrazo con su madre a quien no había visto desde que tenía 20 años, cuando se fue en busca del “sueño americano”.

El migrante regresó a casa con una sola mudada de ropa y un par de zapatos, pero ahí ya le esperaban una congregación de evangélicos, quienes con un culto agradecieron a Dios por su retorno.

“Lo que hizo ese hombre, Donald Trump, no tiene nombre, pero yo ahí donde está (…) que Dios me lo bendiga a él”, expresó entre lágrimas su madre, Victorina López.

Con un nudo en la garganta la sexagenaria contó que su “hijo se vino, pero dejó a sus hijos llorando, es lo que a mí me da tristeza porque no se vale. Mi hijo dejó llorando a sus hijos, me hablaron todo el día por teléfono y a mí me duele”.

A pesar de sus sentimientos encontrados, Jesús intenta sobreponerse y alienta a su madre, quien comparte su tristeza.

BAD HOMBRES

“Primeramente Dios vamos a estar unidos, ya no esté llorando y clamándole a Dios (…) yo le clamé para que todo saliera bien, pero la voluntad de él fue otra. Él va hacer grandes cosas”, replica.

Después de pasar su primera estancia y de ser cobijado por sus hermanas Concepción e Idubina, los recuerdos invaden su mente. “Cuando yo me fui la casa era un cuartito de palitos”, exclama sentado en el comedor mientras desayuna junto a su madre y su tío Víctor Salvador después de 16 años de no verlos.

La vivienda ahora está construida de blocs gracias a las remesas que su madre recibía de Jesús y su hermano.

En octubre de 2016, en un debate rumbo a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump viralizó la frase “bad hombres”; refiriéndose a los migrantes latinos que solo llegan a cometer crímenes. “Tenemos algunos bad hombres acá y los vamos a echar”, dijo en aquella ocasión el republicano.

En los Estados Unidos, Jesús, acudía a una iglesia, tenía un trabajo estable en una fábrica de galletas y una familia compuesta por sus cuatros hijos americanos y su esposa mexicana, quién hoy se encuentra en la misma situación.

“Me pusieron un grillete de esos que les ponen a los delincuentes” expresa mientras intenta asimilar lo sucedido.

 

 

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