Hace algunos años, publiqué un libro titulado “Una oportunidad más”, en este análisis de los hábitos, y refería lo siguiente:
“Los hábitos son comportamientos que se repiten con cierta regularidad y se incluyen incluso que la persona tenga que razonar, es decir, llevar a cabo mecánicamente. Los hábitos son consecuencia de la constante puesta en práctica de una acción, como se puede observar, la constancia se vuelve hábito, por eso es posible deducir que todos podemos crear hábitos. Ahora bien, es importante señalar que hay hábitos que nos benefician, podríamos llamarlos positivos, y otros que nos llegan llegar a perjudicar, esto es, negativos; Algunos ejemplos de los positivos son leer, hacer ejercicio, comer sanamente, ser higiénico, entre otros. Los negativos pueden ser: fumar, consumir drogas o alcohol, ser irresponsable, impuntual, ocioso o tener una vida sedentaria, pasar muchas horas del día frente al televisor, etcétera. Los hábitos son parte de nosotros, nos cambia como persona, se vuelven parte de nuestra identidad y se cambian en una forma de vivir. El hábito se hace costumbre y la costumbre una forma de vida ”.
Como bien se menciona en la cita anterior, leer es un hábito positivo y muy importante, la lectura te invita a imaginar mundos maravillosos, crear y recrear situaciones, personajes, modos de vivir, etcétera. Se podría decir que es un proceso cognitivo que abre la mente y los sentidos, porque con la lectura obliga a nuestro cerebro a pensar, ordenar ideas, interrelacionar conceptos, ejercitar la memoria ya imaginar; de igual modo mejoramos nuestra capacidad intelectual.
Para Isabel Solé "Siempre que leemos, pensamos y así afinamos nuestros criterios, contrastamos nuestras ideas, las cuestionamos, aprendemos aun sin proponérnoslo".
Para el ser humano es más fácil formar hábitos negativos que positivos, quizás porque en los negativos se necesita un menor esfuerzo. Veamos lo siguiente: ¿Cuántas personas están dispuestas a practicar siete u ocho horas diarias en un deporte, para ser exitosos? Son pocas ¿Cuántos están dispuestos a leer diariamente mínimo una hora al día? De igual forma es un número muy reducido. En su caso el lector asiduo siente la necesidad de leer diariamente y descifrar un texto le produce placer. Los lectores van encontrando significado al leer y concuerdan en que el ideal de la comprensión lectora es formar un lector crítico que tenga la capacidad de comprender, reflexionar y aprender a lo largo de toda su vida.
En relación con esto último, observamos que se menciona una palabra clave, “el placer” que le provoca al lector asiduo la lectura ¿Qué tiene que ver el placer con lo que se viene analizando? La respuesta es, mucho, porque el placer es el que nos motiva a hacer las cosas, y la motivación está relacionada con el interés.
A decir de Habermas “En general, el interés es el placer que asociamos con la existencia de un objeto o acción. Es decir, nos despierta interés lo que nos produce placer”, de ahí que cuando no se le encuentra placer a la lectura, resulta tediosa, aburrida e incluso estresante, y se manifiesta cuando el sujeto se queda dormido, lee pero no entiende nada; esto es, lo hace sin ganas; lo toma como una obligación y no como un acto de placer.
Ahora bien, es tan importante leer como elegir lo que se lee, no es lo mismo leer revistas de espectáculos o chismes que leer un buen libro. El lector de revistas es posible que se forme un pensamiento criticón no crítico. Hay una gran diferencia en estas dos palabras, ser criticón es juzgar por juzgar de manera superficial; por el contrario, el pensamiento crítico se sustenta en el análisis y la reflexión. Dentro de este orden de cosas están también los sujetos que únicamente lee un tipo de lectura, por ejemplo, las personas que se limitan a leer sólo la biblia; estas personas tienen un pensamiento dogmático, es decir, aceptan lo que dice la biblia como la única verdad, sin que quepa ningún tipo de discusión, porque en ella están plasmadas verdades ciertas, indudables que no son sujetas a ningún tipo de revisión o crítica.
Formar un pensamiento crítico va mucho más allá, es necesario leer mucho, pero también leer todo tipo de textos, porque para poder hacer un análisis crítico es necesario primeramente conocer lo que se desea criticar, porque si no se corre el riesgo de caer en el error de criticar sin ningún sustento; además la lectura diversa de textos le sirve al sujeto para tener un panorama general, holístico; esto es, el mundo con toda su complejidad.
Pero ¿Qué hay de las personas que no leen?
Estas personas se conforman con la información que reciben de fuentes poco confiables como la televisión y las redes sociales; y al no verificar la veracidad de la misma, tienen una visión fragmentada de la realidad, son seres incapaces de hacer un análisis crítico tanto de su vida y como del mundo que les rodea. Suelen carecer de curiosidad por aprender cosas nuevas, no se preocupan por explorar el maravilloso reino de conocimientos contenido en los libros, y por lo general tienen una concepción retrograda. Son seres acríticos, pasivos, dejan que otros piensen por ellos, de igual modo, son fácilmente manipulables y moldeables. Pero ¿Por qué pasa esto?, porque tanto la lectura como las experiencias están íntimamente relacionadas con nuestra forma de pensar; y el pensamiento a su vez, determina la forma en que vemos y entendemos el mundo que nos rodea.