Agoniza el Quetzal
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· La especie registró una merma producto de la cacería, “porque querían sus plumas, más que por su carne
A pesar de que en los últimos tiempos ha habido una recuperación significativa del ave conocida como quetzal, principalmente en la Reserva de la Biósfera El Triunfo, “por desgracia nos enfrentamos a una especie que, de manera natural, ya ve sus últimos días”, aseveró Gerardo de Jesús Cartas Heredia, curador general de fauna silvestre del Zoológico Miguel Álvarez del Toro (ZooMAT).
En entrevista, recordó que la especie registró una merma producto de la cacería, “porque querían sus plumas, más que por su carne, además hay una depredación natural muy alta, de casi 80 por ciento: las serpientes, los tucanes, los mamíferos medianos (zorras, mapaches, viejos de monte) depredan los nidos”.
Afirmó que se han hecho esfuerzos en las reservas de El Triunfo, La Frailescana, El Tacaná, entre otras, “pero por desgracia en la región Altos quedan pocos, más en los límites con Guatemala, en lo que es Lagunas de Montebello”, municipio de Comitán.
Aunque en El Triunfo la población bajó, subrayó que se logró un alza al doble, es decir que hace siete años había un quetzal por cada cuatro hectáreas, mientras que hace tres décadas era uno por cada ocho, “no sabemos de las otras (reservas) porque no hemos efectuado un contento como tal, pero sí vemos que hubo resultados de la protección de áreas naturales protegidas”.
Para ello, aseveró, se efectuó el desalojo de personas que estaban dentro de esa ANP, y además se impidió la caza furtiva, además de labores de comunicación en los medios como radio, televisión y prensa escrita, “ahora se lleva a grupos de turistas, sobre todo en el polígono uno, y que los vean de cerca”.
Puntualizó que aún faltan muchos años para su total extinción, “no sabemos si en 100, 200 ó 500 años, porque es más preocupante lo del cambio climático que ya lo tenemos encima… de hecho el quetzal prefiere o se adapta mejor al clima frío, entonces nos mantenemos en una crisis”.
En general, concluyó Gerardo Cartas, “la especie, al menos en la Sierra Madre, está protegida, porque se ubica a casi mil metros de altura, su acceso es complicado, es de clima frío, lo que de alguna manera ayuda a su protección”.