DE LOS EDITORES...
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Enfermeras: movimiento podrido
La huelga de enfermeras que se mantenía en el hospital Rafael Pascasio Gamboa de Tuxtla Gutiérrez ha concluido. Todo se dio en buenos términos tras intensas negociaciones con funcionarios gubernamentales encabezados por el secretario Juan Carlos Gómez Aranda.
Debemos celebrar esta noticia porque, ciertamente, ese movimiento se convirtió en un fastidio para los tuxtlecos debido a su dilación. Por muchos meses el tramo de la novena sur, de la segunda oriente a la calle central, permaneció bloqueado por la intransigencia de las huelguistas. Incluso se obstaculizaba la entrada al nosocomio.
Hay en Chiapas una costumbre aborrecible y majadera que genera muchas ganancias políticas y económicas. Es la costumbre del chantaje que se ha vuelto una industria muy jugosa para pillos, líderes falsos y oportunistas que obtienen ganancias a río revuelto.
El movimiento de las enfermeras nació y creció bajo un manto de sospecha porque atrás había manos siniestras de líderes que iban por tajadas políticas.
En el sindicato de salud, que es una mina y botín político de pandillas de ladrones, pronto se dará el relevo de dirigencia y el paro de las enfermeras es una arista de la gran confrontación y los intereses políticos que se mueven al interior de ese sindicato.
El paro era pues un asunto de carácter político que dañó terriblemente a terceros.
La mano siniestra de Víctor Hugo Zavaleta Ruiz es la que mueve la cuna y jala los hilos del grupo de enfermeras que se mantuvo en un paro absurdo, irracional, hipócrita y carente de toda objetividad. Por las sospechas nadie apoyó a las enfermas y sólo se colgaron de ellas quienes traen pleitos declarados con el gobierno. Incluso algún sector de la prensa.
Zavaleta es un pájaro de cuentas ligado a la banda de Juan Sabines Guerrero. Es un experto en la manipulación y ha vivido del arte del engaño. Sabines lo hizo regidor en el gobierno corrupto de Yassir Vázquez Hernández.
Zavaleta quiso involucrarse en la CNTE y fue expulsado por su historial gansteril. Se le acusa de manejar un grupo de choque conformado por locatarios del mercado de Los Ancianos de Tuxtla Gutiérrez.
Lo afirmado por el Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez Fabio Martínez Castillo caló. Y mucho. No sólo porque el Arzobispo es una voz autorizada para escudriñar con propiedad temas sociales por la autoridad moral que representa la iglesia, sino porque dijo una verdad de muchos quilates que no se había dicho.
El prelado puso el dedo en la llaga cuando señaló que las enfermeras son carne de cañón de políticos y líderes sindicales. Y pidió que las enfermeras mostraran los acuerdos que han alcanzado con el gobierno. La paliza al Arzobispo no se hizo esperar.
El discurso de las enfermeras fue incongruente. Decían estar luchando por la salud de los chiapanecos pero, paradójicamente, ellas abandonaron por mucho tiempo a esos enfermos que deben cuidar.
El rol de las enfermeras está relacionado al campo holístico y viene desde la postguerra, pero tiene sus orígenes en la escuela de Mileto. Es una labor hermosa, humana y espiritual que estas enfermeras en huelga mandaron al cesto de la basura porque, como dijo el Arzobispo, son carne de cañón de políticos y líderes sindicales perversos que traen conflictos con el gobierno.
Si en Chiapas se privilegiara el Estado de Derecho por encima de las componendas políticas, esas enfermeras en presunta huelga de hambre y quienes las manipulan deberían estar en la cárcel y no negociando prebendas con el gobierno.
Incumplieron con su altísima tarea de cuidar a los enfermos y, por otro lado, quebrantaron la ley y el Estado de Derecho al impedir el libre tránsito de los ciudadanos en el perímetro de la novena sur de la capital.
Estos episodios de agravios e impunidad son los que no podemos permitir y ofenden mucho. La ley no se puede ni debe negociar. La sinrazón jamás debe estar por encima del Derecho. Ya no podemos permitir que jaurías violenten la legalidad por todos lados para llevar agua a su molino injuriando y atacando a los ciudadanos.