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Pablo Hiriart

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Peña se divierte con el tapado

 

CIUDAD DE MÉXICO, a 26 de julio de 2017.-Todos los presidentes padecen angustias con los múltiples problemas que apremian y queman en el país, pero da la impresión de que Enrique Peña Nieto se está divirtiendo de lo lindo con la sucesión presidencial. Su sucesión.

Sabe que su partido va a ser competitivo el próximo año, aunque no quiere decir que vaya a ganar. Sin embargo, el PRI va a estar en la pelea y Peña lo tiene claro.

En algunas reuniones comenta que la decisión no se va a tomar por encuestas. Que en este momento puede haber alguien muy abajo en las preferencias porque no está en el radar de los electores, pero con una campaña las cosas cambian.

Otros interlocutores han oído decir al presidente que desde luego el candidato del PRI debe ser el mejor posicionado en las encuestas. Así ha sido la decisión en las gubernaturas y no tiene por qué cambiar. ¿Se contradice el presidente? No, se divierte.

A diferencia de otros presidentes, éste disfruta el poder y sobre todo este momento, el de la decisión política más importante para un mandatario priista: elegir a quién será su (candidato a) sucesor.

Peña tenía el 12 por ciento de aprobación hace algunos meses y no se angustiaba por ello. La opinión pública cambia. Ahora está en los 20, según Reforma, y si le da una salida justa y enérgica al caso del socavón en Cuernavaca va a mejorar otro poco. Y con un buen candidato el PRI va a ser competitivo. No se le puede dar por muerto.

A los miembros del gabinete les dice que se muevan. Algunos lo interpretan como que hay que destaparse y lo hacen. Luego en otra reunión de gabinete los aprieta y les recuerda las formas priistas, de las que él es un oficiante ortodoxo. Y se engarrotan todos.

¿Está indeciso el presidente? No, está jugando. Viene la Asamblea del PRI y es posible que en sus estatutos se abra la posibilidad a un ciudadano no militante la candidatura presidencial. Sería para encartar a José Antonio Meade. ¿Eso hará a Meade candidato? Desde luego que no. No en automático, aunque sí lo pone en la baraja.

En caso de darse la modificación, muchos se irán a la cargada con el titular de Hacienda, a quien le lloverán golpes para bajarlo… lo que servirá para proteger al tapado. Al tapado del presidente. Puede ser Meade o no. Y al final, cuando salga el candidato del PRI, todos encontrarán una lógica que justifique la decisión.

¿Osorio? Claro, siempre fue el puntero en las encuestas, el favorito de los priistas, sin escándalos personales, nunca lo dañaron los problemas, tenía el teflón que da la protección presidencial: estaba cantado.

¿Aurelio? Evidente, echó a andar la reforma más apreciada por EPN, lo dijo más de una vez. Es para consolidar las reformas con un rostro honesto. Miren el equipazo que tiene.

El poder no se hereda a los hermanos sino a los hijos. Se los dije. ¿Meade? Por supuesto, para eso cambiaron los estatutos del PRI: atraer a los que no son voto duro con un priista que no es militante de manera formal. Además, austero y limpio, con experiencia. Va a captar votos donde no llega el PRI. Era clarísimo.

¿Narro? Lógico. Con una vida intachable, va a dejar a AMLO sin argumentos contra la corrupción. Narro fue ocho años rector de la UNAM, mientras López Obrador tardó 14 en terminar la carrera. Los jóvenes no votan por sus padres, sino por sus abuelos.

 

¿Videgaray? Obvio, siempre fue el tapado. Por eso dijo que no, no y no. Mientras trascurre el juego que todos jugamos, Peña se divierte.

Uso de razón

Tláhuac es el mejor ejemplo de lo que hará Morena con el narcotráfico si gana la Presidencia. Nada. O cogobernar con él.

Todo apunta a que las autoridades surgidas de ese partido político están ligadas con la peligrosa red de narcomenudeo en esa demarcación, que surtía de estupefacientes al oriente y parte el sur de la ciudad.

Es lo que ocurre con la permisividad total de las autoridades hacia las bandas del narcotráfico: acaban coludidas con ellas. Los narcos cogobernaban Tláhuac.

Esperemos que no pase lo mismo que en Michoacán, donde las autoridades de izquierda de esa entidad no fueron tocadas por la justicia, a pesar de tener a socios de La Tuta en la casa del gobernador y en el gabinete.

Que no se la perdonen a Morena como hicieron con el caso Abarca y a quienes lo encumbraron en Iguala. Ahora en Tláhuac se perfila un caso de connivencia entre autoridades y delincuentes.

No es sólo narcotráfico lo que hay en esa delegación gobernada por Morena, sino extorsión, crimen, derecho de piso y trasiego de armas.

De hecho, uno de los elementos que llamó la atención al gobierno de Mancera fue la creciente compra de armamento de grueso calibre por parte del grupo delictivo liderado por Felipe Pérez Luna, “El Ojos”, y pidió la colaboración de la Marina.

Cuando se dio el operativo, el viernes de la semana pasada, los moto taxistas, que funcionaban como halcones del grupo, avisaron a El Ojos e intentaron boquear las calles de la delegación.

¿Quién es el líder de los moto taxistas? Ricardo Salgado Vázquez, hermano el delegado. Todo lo que ocurre en una delegación, y más aún cuando es un pueblo, como Tláhuac, es de conocimiento del delegado.

Ahí se ha anidado el más turbio semillero de maleantes de la Ciudad de México. El líder de los moto taxistas es hermano del delegado. Ellos eran los halcones de la organización criminal que crecía como ninguna en la capital del país. ¿Nunca supo nada?

Era público que en Tláhuac estaba el centro del crimen, extorsión y narco menudeo en buena parte de la capital, y las autoridades de Morena no movieron un dedo para frenar la situación. Por algo sería.

Y no nos extrañe que dinero de ese grupo delictivo haya contribuido a financiar al partido de los que reparten certificados de honestidad a empresarios, periodistas y ciudadanos en general.

Hay que exigir a las autoridades que no les tiemble la mano si tienen que detener a los líderes políticos de Morena en Tláhuac. Que no se amedrenten por la posibilidad de plantones, marchas o mítines en el Zócalo para defender al delegado que tenía al narco en su casa. O que fue financiado por él.

En Tláhuac estaba el huevo de la serpiente. Ahí tres agentes federales investigaban la red de narcomenudeo en 2004, y fueron linchados por la población. Dos de ellos fueron quemados vivos delante de la policía, que no movió un dedo por falta de instrucciones del titular de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard.

Y el entonces Jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, fue lacónico con su comentario en torno a los linchamientos: “con los usos y costumbres de los pueblos no hay que meterse”.

 

¿Quién era el secretario de Seguridad Pública en Tláhuac en esa fecha? El actual delegado, Rigoberto Salgado Vázquez. Así se apropiaron de Tláhuac. Así se pudrió Tláhuac. La gobiernan del brazo de narcotraficantes y extorsionadores. No tienen política anti crimen. Sólo aliarse con ellos.

Uso de Razón Por: Pablo Hiriart/Quadratín

·         Sí, vivimos una grave crisis de humanismo, pero eso se ataca con líderes inteligentes y preparados que convoquen a una renovación casi total de nuestras prácticas sociales y políticas, no con un político de arrabal que se cree Dios.

El país vive una brutal crisis de humanismo y ante ello se nos presenta un candidato presidencial, puntero en las encuestas, que se cree Dios. Así no hay salida sensata a la descomposición de la sociedad.

Lo de López Obrador con Lino Korrodi rebasó toda frontera de racionalidad, al perdonarle “los errores” sólo por acercarse a él.

Textualmente López Obrador dijo el domingo que “todos los seres humanos merecemos una nueva oportunidad. No es posible que el que cometa un error esté condenado a la marginación, esté estigmatizado de por vida. Creo que se vale rectificar en la vida y hay que aceptar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”.

 De acuerdo, pero el punto es que a Lino Korrodi le perdona los errores por el único hecho de acercarse a él (y que me perdone si escribo él con minúscula).

¿Una segunda oportunidad en la vida por acercarse a López Obrador? Los que vienen a mí serán redimidos de sus pecados y se enfrentarán a los que están en contra mía a partir de septiembre. ¿Qué locura es esa?

AMLO dio de plazo hasta el cinco de septiembre para que todos sus opositores se puedan purificar y acercarse a él, o de lo contrario vivirán el oprobio de ser enemigos suyos. Ese candidato que se asume como Dios es el favorito en las encuestas, puede ganar la Presidencia, y estaremos en el mayor riesgo de una polarización extrema por su vocación mesiánica.

No es un ardid retórico para acusarlo de iluminado, sino simplemente reproducir sus palabras y enseñar que López Obrador definitivamente se cree Dios y actúa como tal. Lino Korrodi, te acercaste a mí, tus errores están perdonados y tendrás una segunda oportunidad en la vida. Lo dijo. Textual.

¿Tan grande es la desesperación por buscar un cambio que un respetable sector del país está por la elección de un Mesías como presidente? Parece que sí y hay que preguntarnos por qué.

Desde luego que necesitamos un cambio radical en muchos temas sensibles de nuestro comportamiento social porque hemos llegado a extremos dantescos.

La forma en que fueron asesinados 28 reos en el penal de Acapulco nos habla de la podredumbre en la que hemos caído como sociedad. No se diferencia mucho de la manera en que mata ISIS.

De acuerdo con versiones periodísticas confiables, una pandilla criminal (Cartel Independiente de Acapulco) coludida con custodios mutiló a las víctimas a machetazos, vivos, y los sacrificaron en una ceremonia de la Iglesia de la Santa Muerte.

No es sólo Guerrero, sino que en buena parte del país se mata con una saña cada vez más cruenta. Son centenares de fosas encontradas con cráneos destrozados en Morelos, Chihuahua, Tamaulipas y otras entidades. Los cadáveres se cuentan por miles.

Lo que estamos viviendo es una crisis de humanismo, reveladora de que algo hemos hecho muy mal, sociedad y gobierno. El sistema educativo hizo crisis en los últimos lustros y no se reformó a tiempo para producir ciudadanos con valores mínimos de respeto al ser humano y capacidad de convivencia.

La prioridad fue que pasaran de año, aunque no tuvieran conocimientos ni herramientas para desenvolverse en la vida… y la posibilidad de ascenso económico y social es violar la ley.

Sí, vivimos una grave crisis de humanismo, pero eso se ataca con líderes inteligentes y preparados que convoquen a una renovación casi total de nuestras prácticas sociales y políticas, no con un político de arrabal que se cree Dios.

Uso de Razón Por: Pablo Hiriart/Quadratín

La próxima elección presidencial no será, como equivocadamente piensan algunos, un plebiscito sobre sí o no al PRI. Tampoco será un referéndum sobre la actuación del presidente.

Peña Nieto se va el 1 de diciembre del próximo año y no hay vuelta atrás. Lo que estará en juego es la continuidad o no del modelo liberal. Ése es el plebiscito.

Hemos leído a articulistas y a políticos -tan despistados como el gobernador Javier Corral o la presidenta del PRD Alejandra Barrales-, decir que es necesario un frente amplio para derrotar al régimen.

¿De cuál régimen hablan? No tienen la menor idea de lo que dicen.

El régimen presidencialista va a seguir existiendo porque no está en la agenda de ningún partido ni de candidato independiente transformarlo. Vamos, seguramente, a un ajuste de reglas en que haya gobiernos de coalición y segunda vuelta en la elección presidencial.

Pero lo que en el fondo quieren decir los despistados es que debe armarse una gran coalición para derrotar al PRI. Y no es por ahí lo que se viene. Vamos a elegir entre el modelo liberal que tenemos o el regreso al pasado estatista y populista que encarna López Obrador.

Esos son los dos grandes bloques que se prefiguran en el país. Estamos con el modelo liberal o regresamos al populismo, sí o no. Desde luego hay matices, pero la disputa central tendrá de un lado a Morena y seguramente a una parte significativa del PRD, y por otra al candidato del PRI o del PAN que conecte mejor con la ciudadanía. Así ocurrió en 2006. Así fue en 2012. Y así será en 2018.

Si el PAN se desgarra por ambiciones personales, legítimas o no, da igual, va a quedar en cuarto sitio y el voto útil se va a ir al PRI. Y si el PRI no corrige, se abstiene de castigar a los corruptos señalados con fundamentos por la opinión pública, y saca un candidato impopular, el voto útil se va a ir al PAN –si es que no se ha dividido-.

Lo que hay en México –y en buena parte del mundo- es un choque de proyectos de país. Eso lo entienden en el gobierno, lo entiende López Obrador y parece comprenderlo la ciudadanía. Menos algunos en el PAN y en el PRD.

¿Queremos libre comercio o no? ¿Queremos reforme energética y reforma educativa o no? ¿Queremos libre flotación del peso o control de cambios? ¿Libertad de precios o no? ¿Banco Central autónomo o no? ¿Queremos que en la prensa se le pueda llamar traidor o idiota al presidente –como se le ha dicho- o no? ¿Queremos un país plural o uno que tienda al pensamiento único?

Ahí está la discusión de fondo, y no en el barroquismo del “cambio de régimen” que no pasa de ser grilla de políticos y analistas de peso paja. Desde luego hay matices y podría surgir una tercera alternativa, que es la candidatura de una izquierda liberal, con marcado acento en lo social, encabezada por un político independiente como Miguel Ángel Mancera o algún otro.

Pero en el PRD son reacios a la idea porque se confunden en la disyuntiva de ir con Morena -el proyecto estatista-populista-, o con el PAN que está en las antípodas de esa ideología. Cubren su banalidad con el cuento de que hay que sacar al PRI de los Pinos. Ya lo sacaron en 2000 y estuvo fuera 12 años. Los secretarios de Hacienda en los tres gobiernos han sido los mismos. El punto está en el cambio de modelo: liberal o populista.

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