EL VELO DE LA IGNORANCIA (ante la pandemia)
- Publicado en Pedro G. Trujillo Ruiz
La ignorancia es un velo que impide ver más allá de la propia cerrazón, ofusca a las personas sumergiéndolas en un abismo de falsa concepción del mundo y de su propia realidad. La ignorancia precisamente es la que marca la fragmentación de la mente, la reducción a las propias creencias, mitos y costumbres. Existe una gran diferencia entre creer y conocer, la creencia es hipotética, es decir, es una afirmación basada en el sentido común, en la propia experiencia; por el contrario, el conocimiento se sustenta en la comprobación científica. Sócrates, mencionaba que “existe un solo bien, llamado conocimiento, y un solo mal, llamado ignorancia”, en referencia a aquellos que se empeñan en permanecer en una actitud de ignorancia con respecto al conocimiento de las cosas del mundo. Aristóteles, por su parte, apuntaba que “el ignorante afirma, mientras que el sabio duda y reflexiona”. De allí que se haya acuñado la expresión docta ignorantia para aludir a la actitud prudente del sabio, quien tiene conciencia de las naturales limitaciones del conocimiento ante la magnitud de las cuestiones del universo.
El velo de la ignorancia cuya principal característica es la ausencia de conocimiento, ausencia que hace incomprensible para el sujeto la realidad imperante basada en hechos comprobables, negando así la capacidad de sorprenderse con las maravillas del conocimiento. Ignorancia que es nociva porque perpetúa la cerrazón. Basta con poner un solo ejemplo y echar un vistazo las manifestaciones de muchas personas ante la pandemia, hechos como los que han ocurrido en nuestro Estado (Chiapas) y en muchas partes de la república, donde comunidades enteras han agredido al personal de salud culpándolos de que ellos son los encargados de esparcir el virus ya sea por medio de la sanitización, de las vacunas o a través de los medicamentos.
Velo que daña no sólo al ignorante carente de saber, sino también al otro, al que se preocupa por vivir en una sociedad diferente, exenta de prejuicios sustentados muchas veces en dogmas religiosos, en la falsa conciencia que fetichiza lo sagrado y lo colocan por encima de cualquier conocimiento real y científico.