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Hojas Libres Por : Roberto Domínguez Destacado





·    Ruiz Ferro: escandaloso fraude a la ley para ser gobernador

·    Eduardo Robledo entregó la gubernatura ganada en las urnas

 

El pasado 16 de diciembre estuvo en Chiapas el ex gobernador Julio César Ruiz Ferro. El motivo de su visita fue estar presente en el informe legislativo del senador verde ecologista Luis Armando Melgar Bravo, un evento interpretado como el destape del  legislador en su pretensión de convertirse en candidato a la gubernatura del estado. Fue un desatino del senador Melgar. Ruiz Ferro es de esas sumas que restan y sólo acarrean desprestigio.

 El año 1994 marcó el lamentable ascenso de Ruiz Ferro a la gubernatura del estado. El primero de enero de ese año, en Chiapas se levantó en armas el ejército zapatista de liberación nacional con la declaratoria de guerra al Ejército mexicano y al usurpador presidente de la República Carlos Salinas de Gortari.

 Chiapas se convirtió en el epicentro de la política nacional. Las consecuencias de la insurrección indígena culminaron con las renuncias del secretario de Gobernación y ex gobernador de Chiapas, Patrocinio González Garrido y el gobernador Elmar Harald Setzer Marseille.

 El primero de mayo de ese 1994 fue nominado candidato a la gubernatura el senador Eduardo Robledo Rincón –padre del actual senador Zoé Robledo Aburto-, bajo el compromiso ineludible de que permanecería sólo el tiempo indispensable para después pasarle la estafeta de relevo al mediocre de Julio César Ruiz Ferro. La renuncia sería la condición para la firma de la paz en Chiapas que hasta la fecha sigue en suspenso.

 Robledo Rincón permaneció como gobernador de Chiapas apenas 69 días, del 8 de diciembre de 1994 al 14 de febrero de 1995 en abierta traición a los electores que habían sufragado por él. Así, con la cooperación incondicional de Robledo, Ruiz Ferro protestó como gobernador en un escandaloso fraude a la ley sólo posible en Chiapas.

Paulus, el gran jurisconsulto romano define magistralmente el fraude a la ley: “Obra contra la ley el que hace lo que la ley prohíbe. En fraude de ella, el que respetando las palabras de la ley elude su sentido.” Cierto, no se transgrede la ley, pero se evade el objeto imperativo de la norma.

 En la época que el usurpador Julio César Ruiz Ferro asumió la gubernatura de Chiapas, el artículo 38 de la Constitución local regulaba el nombramiento de gobernador interino y sustituto. Al respecto, el dispositivo Constitucional establecía que cuando en los dos primeros años hubiese falta absoluta de gobernador, el Congreso del Estado nombraría un gobernador interino, pero con la obligación de expedir, en un plazo no mayor de 10 días naturales, la convocatoria para realizar nuevas elecciones.

 El mismo numeral mandaba que si la falta absoluta del gobernador ocurría en los cuatro últimos años de gobierno, el Congreso del Estado nombraría un gobernador sustituto para concluir el periodo. Los hechos posteriores evidenciaron que con la complicidad del gobernador Eduardo Robledo, desde su primera licencia, de las tres que solicitó, lo hacía con carácter definitivo para garantizar la permanencia de Julio César Ruiz Ferro hasta el 7 de diciembre del 2000.

El fraude a la ley comenzó el 14 de febrero de 1995. Ese día Robledo Rincón solicitó su primera licencia por 11 meses, lo que permitió que Ruiz Ferro asumiera un primer interinato del 14 de febrero de 1995 al 14 de enero de 1996. Por segunda ocasión el dúctil gobernador Robledo Rincón, pidió una segunda licencia, también de 11 meses, para que Ruiz Ferro asumiera un segundo interinato del 14 de enero de 1996 al 14 de diciembre del mismo año.

El fraude a la ley se consumó fatalmente este día. Al haber transcurrido dos años del gobierno de Eduardo Robledo, el triple usurpador Ruiz Ferro se colocaba en la segunda hipótesis prevista en la Constitución de Chiapas: “Cuando la falta absoluta de gobernador ocurra en los últimos cuatro años del período respectivo, el Congreso del Estado nombrará un gobernador sustituto para concluir el período Constitucional.” Toda una peripecia Jurídico-Constitucional para beneficiar, en contra de la voluntad de los chiapanecos, al ignorante de Ruiz Ferro.

La tragedia y la inepcia del nuevo gobernador se dieron desde el primer día de su gestión al evidenciar que nada sabía de Chiapas ni de los chiapanecos ni los chiapanecos conocían a “su” nuevo mandatario. Incluso, su origen era desconocido. Unos decían que era de Comitán y otros aseguraban había nacido en Tapachula, pero en ambos casos se peleaban su nacionalidad. Los comitecos decían que era de Tapachula y los tapachultecos ante tal ofensa gritaban que era de Comitán.

Durante una gira de trabajo por el municipio de Ocozocoautla, sus colaboradores le informaron que irían a Coita. Al llegar al lugar le dijeron que sus anfitriones lo esperaban. Ante tal “engaño” el ciudadano gobernador Ruiz Ferro airado les reclamó: “Ustedes me dijeron que íbamos a Coita y estamos en Ocozocoautla.” Entre pena y burla le hicieron saber que Coita era algo así como un diminutivo de Ocozocoautla.

En otra ocasión, exactamente el 22 de abril de 1995, en el cumpleaños 58 de Conrado de la Cruz Jiménez, propietario y director del periódico Cuarto Poder, celebrado en el restaurante Klass de Tuxtla Gutiérrez, nadie se levantó para saludar al “gobernador” Ruiz Ferro porque nadie lo conocía. Apenado De la Cruz Jiménez agitaba las manos hacia arriba para pedir a sus invitados se pararan y saludaran al “señor” gobernador.

Su minusvalía política se manifestaba con mayor fuerza a la hora de disertar. Sus pésimas intervenciones se complementaban con su deplorable dicción, carente de la retórica que todo político disfruta en el momento de discursear. Con palabras atropelladas manifestaba una marcada dislalia con la cual hacía saber a su auditorio que ya quería terminar lo antes posible, que lo suyo no era el buen decir ni menos el tono superior de la oratoria política reservada para todo buen gobernante.

Finalmente, la impericia y el desconocimiento que Ruiz Ferro siempre manifestó por el estado de Chiapas le costaron la gubernatura y gracias a la protección presidencial no pisó la cárcel. El 22 de diciembre de 1997, en el poblado de Acteal se perpetró una masacre en contra de 46 indígenas. Con serias señales de que algo iba a pasar no hizo caso ni dispuso de los servicios de inteligencia que todo gobierno previsor debe de disponer.

Lo malo es que en su irresponsabilidad arrastró también al secretario de Gobernación, Emilio Chuauyffett, quien hubo de renunciar y con ello sepultó para siempre sus aspiraciones presidenciales de ser el sucesor de Ernesto Zedillo.

Por eso no se entiende que el senador Melgar pretenda asirse del desprestigio que representa Ruiz Ferro, lo mismo por llevar de suplente al actual inútil secretario de Gobierno, Juan Carlos Gómez Aranda, presidente del PRI y Oficial Mayor en el gobierno de Julio César Ruiz Ferro.

Melgar Bravo tiene en su padre, Antonio Melgar Aranda, un activo muy por arriba de esa nefasta dupla Ruiz-Gómez.

 

A Melgar Aranda sólo le faltó ser gobernador y es de los pocos políticos que supieron conservar su prestigio después de incursionar como diputado federal, senador de la República, presidente del PRI en Chiapas y como presidente municipal de Tapachula, guarda hasta hoy un marcado contraste con los bandidos que lo sucedieron: Ezequiel Orduña Morga, Emmanuel Nivón y Samuel Alexis Chacón actual diputado federal. Que no se equivoque el senador Melgar.

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