Por: Elio Henríquez
¡Basta!
¿Por qué la ciudad de San Cristóbal de Las Casas se volvió rehén de líderes indígenas corruptos y delincuentes que valiéndose de la necesidad de muchas personas de escasos recursos económicos se han vuelto (casi) intocables?
Yo también pienso lo mismo: Porque muchos alcaldes y políticos, sobre todo estatales, les han dado mucho poder para utilizarlos como grupos de choque y en tiempos electorales para la operación electoral; porque impera la corrupción.
El actuar de estos líderes y grupos no es nuevo, sino que viene desde hace muchos años, sin que las autoridades correspondientes hagan algo para frenar la situación que causa zozobra, temor e incertidumbre entre la población que se queda indefensa ante los desmanes y la violencia.
Los más recientes -no los últimos, claro está, por desgracia- hechos sucedieron el pasado martes, luego de que policías estatales detuvieron Martín Pale Sántiz, dirigente de la Coordinadora de Organizaciones por el Medio Ambiente para un Chiapas Mejor (Comach), acusado de secuestro, y a cinco personas más.
Como si se tratara de alguien intocable, tan pronto fue detenido sus seguidores se dirigieron a las instalaciones del palacio de Justicia de San Cristóbal para exigir su “inmediata” liberación.
Como no encontraron respuesta, procedieron como lo que son: Personas que actúan con salvajismo y siembran el terror sin que les importe dañar a los demás con tal de defender sus intereses. Sin que hubiera alguien que los contuviera rompieron cristales de los ventanales del Palacio de Justicia y de una decena de vehículos estacionados en el área.
Varios de los que representaban a los indígenas se dieron el lujo de amenazar y darle plazos -que “20 minutos”, un día o 48 horas- al gobierno estatal para que Pale Sántiz fuera puesto en libertad o de lo contrario no sólo continuarían haciendo destrozos, sino que incrementarían e intensificarán sus acciones. Apología de la violencia, pues. Un delito más.
Todo esto generó en la sociedad sancristobalense miedo, temor, zozobra y un sentimiento de indefensión porque parece que no hay autoridad alguna que pueda frenar a estos indígenas que se creen dueños de la ciudad y de sus habitantes.
Muchos padres de familia retiraron a sus hijos de la escuela. Las oficinas del gobierno ubicadas en el área no trabajaron el miércoles por temor de que los empleados fueran secuestrados por los inconformes para luego liberarlos a cambio de la excarcelación de Martín Pale.
Cientos de personas que tenían que hacer algún trámite en la delegación de Hacienda del estado, el Registro Civil, Tránsito del Estado y otras dependencias ubicadas en la Unidad Administrativa se quedaron sin el servicio por el cierre de las oficinas. Muchos negocios abrieron a medias o de plano cerraron para evitar ser vandalizados.
Si hubiera una verdadera autoridad todo esto no pasaría; si no hubiera funcionarios o servidores públicos de alto nivel que protejan a estos líderes bandidos, tampoco ocurrirían este tipo de desmanes que colocan a la ciudad, que vive del turismo, como violenta.
Pero no sólo son Martín Pale y sus secuaces, son también Narciso Ruiz, los Collazo y otros que desde hace años tienen asolada a la ciudad, sin que las autoridades puedan o quieran castigarlos.
El miércoles comenzó a correr el rumor de que los seguidores de Martín Pale se habían calmado porque les prometieron que en 48 horas lo liberarían; es decir, hoy viernes por la mañana. De hecho, ayer por la tarde surgió la versión de que en silencio había sido excarcelado del penal de El Amate. Sin embargo, una fuente de alto nivel aseguró a esta Rotonda Pública que hasta ayer seguía recluido.
A todos los sancristobalenses les queda claro que si lo libera, el gobierno perderá más autoridad y ya no podrá frenar a estos líderes corruptos y sus grupos porque le habrán tomado la medida. Si ya lo detuvo, debía de aguantarse y llegar hasta las últimas consecuencias para poner un escarmiento. De lo contrario, no sólo éste sino otros grupos seguirán con sus actos violentos, pues se sabrán en la impunidad.
La única forma de frenar a estos dirigentes bandidos es haciendo cumplir la ley. Si tienen orden de aprehensión por algún delito como es el caso, debe de ejecutarse y asumir las consecuencias para que nadie esté por encima de la ley. Si es necesario debe de entrar la Policía Federal y el Ejército para poner orden.
Si se ejecutaran las órdenes de aprehensión que existen en contra de varios líderes, muchos problemas se solucionarían en la ciudad. Pero para ello es necesario que los protectores, autoridades actuales o pasadas, les retiren su protección.
¿Quién pagará los daños ocasionados a los automóviles que estaban estacionados en el Palacio de Justicia, cuando los dueños nada tiene que ver en el problema? Ya sabemos que los cristales rotos y las demás afectaciones a ese edificio serán reparados con dinero producto de los impuestos de todos.
Si los propietarios de los vehículos dañados interponen las denuncias correspondientes ya se acumularán más órdenes de aprehensión en contra de Martín Pale y de sus seguidores.
Nadie dijo que la solución sea sencilla, pues se requiere imaginación y autoridad, mucha autoridad para frenar de una vez por todas los desmanes y hechos de violencia que cada tiempo ocurren en San Cristóbal por falta de la aplicación de la ley a unos cuantos bandidos protegidos por gente del mismo gobierno.
Si el actual gobierno recurre al método de los anteriores de “solucionar” los problemas, entre comillas, con dinero, ya estuvo que la ciudad está condenada a ser rehén de estos líderes y grupos que se han enriquecido a costa de muchos de sus agremiados y de sus fechorías. La mayoría de los habitantes de la ciudad coleta exclaman desesperados: ¡Basta! Fin