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- Escrito por Comunicado de Prensa
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Javier Duarte, Toni Macías y la corrupción
En noviembre de 2011 Luo Yaping, una funcionaria de 50 años del gobierno Chino, fue ejecutada luego de que un tribunal la encontró responsable de sobornos por al menos 17 millones de euros.
A Yaping se le investigó y detuvo en 2008. Quiso huir a Canadá para burlar la acción de la justicia, pero en China la ley es severa y los actos de corrupción se pagan con la muerte.
Javier Duarte, el ex gobernador ladrón de Veracruz ha sido detenido. Pero ¿qué sigue en este país marcado por la incredulidad colectiva y el desprestigio de las instituciones gubernamentales?
Más allá de todas las coyunturas políticas y policiales que encierran este thriller, el caso Duarte tiene connotaciones políticas y sociales graves que se tienen qué desgranar. Es un caso en verdad inquietante.
La corrupción en este país es un fenómeno íntimamente ligado al poder y al ejercicio público.
Si bien la corrupción es el mayor problema que tiene que enfrentar América Latina, el asunto en México se torna alarmante porque su economía se supone más avanzada que sus pares latinos. Es decir, a mayor crecimiento mayor corrupción y más corruptos en todas las escalas.
El crimen organizado ocupa el primer lugar en México y está arriba de cualquier otra nación de la región lo cual, sin duda, también es hartamente preocupante.
Los escándalos de corrupción de Cristina Fernández en Argentina o los sobornos y su posterior encarcelamiento de Otto Pérez Molina en Guatemala, son grotescos ejemplos, como el de Javier Duarte, de la pudrición que asfixia al ejercicio del poder y la política en América Latina.
Con Duarte en Veracruz los mexicanos nos quedamos estupefactos y horrorizados. Es una película de terror que incluso arrastra a personajes chiapanecos como Antonio Macías, el tal Toni Macías, y que nos advierte que es necesario recomponer las cosas en este país so pena de que se nos haga pedazos en las manos.
Muchos Duarte andan sueltos en México porque tristemente la corrupción es un tentáculo de mil cabezas que manosea a todos los niveles de la sociedad.
La corrupción es un mal que se ha enraizado cada vez más en las estructuras del país. Aún podemos, sin embargo, evitar que siga avanzando conformando una sociedad más activa y participativa, vigilando a quienes son nuestros empleados (los funcionarios) y dando buenos ejemplos desde el hogar.
En este país es urgente terminar con la impunidad, las complicidades políticas y los abusos de poder en todas las escalas. Desde el alto funcionario hasta el policía de crucero. ¿Podemos lograrlo? Sí. La gente puede lograrlo.