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Angel Mario Ksheratto

Angel Mario Ksheratto

¿Por qué demandar a Trump?

 

Hace unos días, el dirigente de MORENA, en gira por los Estados Unidos, lanzó una 
advertencia peculiar: demandaría al presidente de ese país ante la ONU, si el gobierno de Peña Nieto, no lo hace.

La idea es buena; suena interesante y debe, además, ser tomada en cuenta y muy en serio… Obviamente, por el gobierno federal, cuyo delegado ante esa instancia internacional es el único con las facultades plenipotenciarias para interponer cualquier queja, demanda o reclamación ante el Pleno de dicha organización.

Argumentos para demandar a aquel país sobran, tanto en el plano institucional como en el estrictamente personal. Y no solo ante la Organización de las Naciones Unidas, sino también ante la Corte Penal Internacional de La Haya, cuyas resoluciones en contra de EE.UU, ya tuvieron efecto positivo, por ejemplo, en el caso de una demanda nicaragüense, en 1986.

Desmenucemos el asunto: Donald Trump ha firmado decretos unipersonales para afectar intereses de ciudadanos de otros países radicados en el suyo. Lo ha hecho al margen de las leyes internas y contraviniendo disposiciones internacionales que protegen los derechos universales. 

Sobre esa base debe demandársele penalmente ante la CPI por genocidio; el Estatuto de Roma que rige a dicha Corte establece que comete el delito de genocidio quien someta intencionalmente a un grupo o grupos de personas “a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”.

El trauma ocasionado a miles de personas por las amenazas de deportación masiva, causa los efectos nocivos a que se refiere el párrafo anterior. 

Otra causal clara para llevar el procedimiento contra Donald Trump, es el “Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo”.  A raíz de las disposiciones unilaterales del jefe de estado gringo, miles de niños estarían forzados a quedarse sin sus padres, al sufrir éstos la deportación anunciada. 

De hecho, la deportación o traslado forzoso al que se refiere el Estatuto de Roma es considerado como delito De lesa Humanidad y, de acuerdo al catálogo de sanciones, es uno de los más castigos más severos que esa Corte impone.

Igualmente, la “encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional”, es otra causa por la que el presidente estadounidense debe ser enjuiciado, toda vez que el protocolo impuesto para las personas deportadas, incluye prisión, aun cuando éstas, no han cometido delito alguno.

Y más, porque muchos que están en éste momento bajo ese régimen, tienen su documentación en regla. 

En el inciso “h” del artículo 7 del citado Estatuto se lee: “ (… se entenderá por crimen de lesa humanidad…) (la) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido en el párrafo 3, u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la Corte…”

Nada más claro para tener elementos procesales justificados y contundentes. 
Si revisamos exhaustivamente la lista de delitos considerados graves por La Corte de La Haya y que son claramente punibles, encontramos que éstas, es larga y el señor Trump, los está cometiendo en arbitraria flagrancia e impunidad absolutista. 

Comete, entre muchos otros, el crimen del “apartheid”, de “exterminio”, al negar alimentos y medicinas a los ciudadanos no nacidos en Estados Unidos; “desplazamiento forzado” al obligar a millones de personas a cambiar su residencia para evitar la deportación. “Persecución”, “terrorismo de Estado”, en fin. No tendría escapatoria. 

Todo, por supuesto, se haría cumpliendo los protocolos de denuncia y reclamación correspondientes. No es tan fácil como lo dice López Obrador. La ONU y la Corte, no son la Tribuna del Congreso de la Unión que es asaltada a cada rato por los diputados, ni es cualquier alcaldía de Chiapas a la que le prenden fuego un día de tantos.

No es complicado, pero sí complejo, asunto que deben entender quienes, en aras del populismo extremo, buscan quedar bien diciendo disparates.

A propósito, ¿ya habrá leído los artículos del 39 al 44 de la Carta de las Naciones Unidas? Buena la intención, mala la estrategia. Bueno el consejo, pésima la amenaza.
Por cierto, México tiene todo el derecho de demandar a USA ante la ONU, puesto que paga entre 852 millones 211 mil pesos y, mil 55 millones 60 mil pesos en cuotas obligatorias para la manutención de ése organismo. Que lo desquiten, entonces. 

 

 

¿Fuerza moral?

 

La soflama anunciada como “mensaje”, bien podría condensarse al coro de aquella famosa  canción italiana: “Parole, parole, parole” (Ferrio, Chiosso y Del Re, interpretada por Mina y Lupo, 1972), aunque al final debamos solo sintetizarla con un calificativo concluyente y categórico: cinismo.

Con los trece mil millones de pesos que se pagan de intereses por la deuda que dejó el sucesor impuesto por él mismo, se construirían siete puentes, 12 aeropuertos, seis carreteras y 20 hospitales… Refunfuñó sin ver de frente a su hipotético auditorio.

Si los once mil millones de pesos que la Federación destinó para reconstruir la zona devastada por el huracán “Stan” se hubiesen invertido y no hubieran desparecido como realmente sucedió, los municipios siniestrados tendrían ahora siete puentes similares al “Puente Chiapas”, 12 aeropuertos como el “Ángel Albino Corzo”, seis carreteras como la que comunica a Tuxtla Gutiérrez con San Cristóbal de las Casas y 20 mega-hospitales como el Pediátrico actual. 

¡Cínico!

¿Y el secuestro y asesinato de normalistas?

¡Cínico!

¿Y los más de 107 asesinatos y desaparecidos durante su sexenio?

¡Cínico!

¿Y los más de 30 niños asesinados en el hospital de Comitán?

¡Cínico!

¿Y la represión en Ixtapa?

¡Cínico!

¿Y la detención ilegal de más de 50 ciudadanos inocentes en Marqués de Comillas?
¡Cínico!

¿Y la masacre en Tres Cruces?

¡Cínico!

¿Y los 12 muertos en Viejo Velasco?

¡Cínico!

¿Y las constantes violaciones a los derechos humanos de mujeres, niños y ancianos

indígenas en todo el estado?

¡Cínico! 

¿Y el allanamiento del Poder Judicial del Estado?
¡Cínico!

¿Y la represión contra el magisterio?

¡Cínico!

¿Y el ilegal bono de 104 millones de pesos que se autoasignó cuando dejó el poder?

¡Cínico!

¿Y la persecución política contra sus adversarios?

¡Cínico!

¿Y sus turbios negocios con Kamel Nacif?

¡Cínico!

¿Y su participación en la detención de la periodista Lidia Cacho?

¡Cínico!

¿Y la persecución a los defensores de los derechos humanos?
¡Cínico!

¿Y el millón de dólares que Mel Gibson donó a los damnificados del “Stan”?
¡Cínico!

¿Y el despojo de propiedades a cientos de chiapanecos inocentes?

¡Cínico!

¿Y el secuestro del Congreso del Estado?
¡Cínico!

¿Y el enriquecimiento ilícito de sus hermanos?

¡Cínico!

¿Y el encarcelamiento de sus críticos?

¡Cínico! 

¿Y las inmoralidades públicas de su vida privada?
¡Cínico!

¿Y el sucesor que impuso antidemocráticamente?

¡Cínico!

¡Vaya “fuerza moral”! ¡Vaya “revolución de la esperanza”! Ha sido como si Cristo arrastrase almas al infierno y Satanás predicase la palabra de Dios. 

 

¡Cínico!
¡CÍNICO!

La pretensión ezetaelenista

¿Es, la intención del EZLN de consensuar un acuerdo para lanzar una candidatura independiente encabezada por una mujer indígena para la presidencia en el 2018, una sorpresa que deba alegrar o preocupar a los mexicanos? No. Era cuestión de tiempo, circunstancias y coyunturas para que el presumido grupo armado, aparentase un giro en sus pretensiones bélicas. Todo acto de rebeldía contra un gobierno, tiene como principal objetivo, la destitución de éste para, consecuentemente, asumir el control político.

No hay en el mundo un solo caso en el que un grupo de hombres y mujeres tomen las armas, desafíen a la autoridad y le declaren la guerra, nomás por que sí… Porque se vieron ociosos y algo debían hacer para salir del tedio. El fin de toda guerra es lograr el dominio de todo y de todos. Es asaltar el poder; usufructuarlo.

Desde la antigüedad (babilonios, otomanos, griegos, hebreos romanos, pasando por las revoluciones francesa, rusa, americana, china, cubana y la mexicana por citar una cuantas), el principio rector de las rebeliones y revoluciones (la del EZLN, hay que aclarar, no es una “revolución” sino una rebelión poco entendible), ha sido la consecución de poder mediante el uso de la fuerza y la violencia.

Contextualizando, el anuncio ezetaelenista se ajusta a los patrones tradicionales de cualquier rebelión; dicho de otra forma, el “Para ellos, todo; para nosotros, nada”, fue solamente el cimiento de una utopía bien planteada, pero mal ejecutada.

Coyunturalmente es el momento para que el EZLN salte del estado belicoso al electorero. Todas las encuestas dan por ganador al aspirante de MORENA, una agrupación política unipersonal. Ello, porque los partidos políticos habituales no tienen alternativas, ni propuestas y mucho menos aspirantes confiables. Andrés Manuel López Obrador, tampoco confiable, pero es el menos malo entre todos.

La única opción para frenar al tabasqueño —según los cálculos del empequeñecido cerebro del sistema de gobierno— es reinventar al zapatismo sureño para crear un contrapeso a López. La “izquierda” reventando a la “izquierda”. ¿Servirá de algo? Es poco probable, dado que la “izquierda mexicana”, desde hace algunos años se ha despedazado; no existe, prácticamente. Pero por otro lado está Andrés Manuel López Obrador que históricamente, ha sido el que destruye a Manuel Andrés López Obrador.

¿Para qué mandan a los zapatistas chiapanecos al terreno electoral si López Obrador se descalifica solo? ¿De guerrilleros pasan, los zapatistas, a ser el petate del cuasi muerto PRI? La apuesta del grupo armado no es, por tanto, gratuita ni se circunscribe a una mera ocurrencia interna, sino que, por los signos que presenta, obedece a estrategias externas que van más allá de la lucha por los derechos indígenas.

Circunstancialmente, al EZLN le urgía una reinserción en la vida pública del país. Por años, ha mantenido silencio en torno a su propio movimiento; las restricciones para ingresar a la llamada “zona zapatista” y constatar presumibles avances contra la ignorancia y la pobreza, han impedido saber si en efecto, ha habido mejoras para los miles de indígenas atrapados en su interior. El abrumador mutismo obligó a aprovechar las circunstancias para reaparecer con cierto impacto, por lo menos, mediático.

El propio subcomandante Marcos había intentado llamar la atención cambiándose el apodo: “Galeano”… Pero pocos le creyeron y muy pocos aún, hicieron eco de su singular acto de mutación al nom de guerre. Y claro, temporalmente hablando, nada mejor que la etapa preelectoral para adquirir la fama necesaria aunque la pretensión de lanzar una candidatura propia, quede en el anecdotario personal del líder zapatista.

¿Por qué? Porque legal y jurídicamente, el EZLN no reúne los requisitos para que sus propuestas sean elegibles. Recordemos que mantienen una declaratoria de guerra. Los “Acuerdos de San Andrés Larráinzar”, son específicos y delimitan territorio. En ese sentido, solo podrían tener un candidato presidencial en la zona zapatista, no en todo el país. Ahora bien, si así lo quisieren, deberán deponer por completo las armas. Ello significará la capitulación absoluta.

Y no habría excepciones. Si al EZLN se le permitiere lanzar candidatos propios en las circunstancias legales en que se encuentra, también tendrá qué permitírsele al crimen organizado, pues son también, ejércitos irregulares, grupos armados. No va a ser tan fácil como supusieron quienes alentaron a Marcos, a tomar esa determinación. Por lo pronto, ya revolvieron las aguas. Y pusieron muchas barbas a remojar. Es lo que, literalmente, se entiende como asustar con el petate del muerto.

 

 

¿Descalificados?

Si usted fuera candidato a la gubernatura de Chiapas, ¿cuál sería su principal objetivo en materia de gobernabilidad? ¿Qué plan propondría para reactivar la oferta laboral? ¿Qué métodos efectivos echaría a andar para terminar con la corrupción? ¿Abriría las compuertas para industrializar algunas zonas del estado? ¿Invertiría para incentivar el agro-comercio y la agroindustria? ¿Cómo convencería al electorado que su propuesta para garantizar la seguridad ciudadana es la mejor?

Se lo pregunto a usted porque existe la certeza que sus respuestas estarían notoriamente más apegadas a la realidad que las que pudiera ofrecer cualquiera de los presuntos políticos que aspiran a ese cargo. La lista, por cierto, es inusitadamente larga.

Precandidatos han aparecido desde todas partes del estado, de tal manera que el superávit es más dañino que favorable.

Todos, sin excepción alguna, han tenido como carta de presentación la retórica relacionada con la política actual. Es decir, se han asentado sobre una plataforma discursiva de lo irreal, de lo inalcanzable. No quiere decir que muchos temas sean irresolubles, sino que éstos —los aspirantes— hablan políticamente de los asuntos, pero no presentan métodos efectivos para solucionarlos.

En una serie de entrevistas con algunos de los aspirantes a la gubernatura, la evasiva a la realidad fue la constante. Casi todos saben sobre la existencia de serios problemas en la entidad y todos ofrecen solucionarlos, pero ninguno supo decir cómo lograr ese objetivo.

Su calidad comunicativa podría calificarse como de media baja, hacia más abajo.
Plácido Morales, Francisco Rojas, Zoé Robledo, Rutilio Escandón, Enoc Hernández, Armando Melgar —en ese orden de preferencia del público en las redes sociales—, fueron hábiles en el manejo discursivo, pero no en el de una agenda temática eficaz. Una cosa es estar enterados de ciertos problemas y otra, tener la capacidad para enfrentarlos y revertir sus efectos nocivos.

Ello se refleja en la reacción de los votantes; pero también pone sobre la mesa de discusiones, las flacas cualidades de quienes pretenden gobernar. No tener nociones claras de problemas reales que afectan directamente a la ciudadanía y lo peor, no tener la receta para erradicarlos evadiendo siempre la responsabilidad de, por lo menos, reconocerlos, debe obligarnos, como ciudadanos, a verlos detenidamente para revalorar cualquier intención de voto.

Ahora bien, entre los demás aspirantes que no pudieron (o no quisieron) ser entrevistados están Eduardo Ramírez, Fernando Castellanos, Emilio Salazar, Roberto Albores, Jesús Orantes, José Antonio Aguilar Bodegas y Leonardo Güirao; los primeros cuatro, desde hace cinco meses dicen que sí, que “la otra semana” y nada.

Con los demás, las solicitudes de entrevista se han hecho por los conductos institucionales y tampoco ha habido respuesta. De la oficina de prensa de Güirao, vino una inusual y torpe contrapropuesta: “Dice el diputado que si puede hacer el favor de redactar usted toda la entrevista y que le mande su número de cuenta para depositarle.” ¡Bah! ¿Les interesa gobernarnos? Juzgue usted.

¿Califican, hasta hoy, los aspirantes a la gubernatura? ¿Reflejan conocimiento real del estado? ¿Están capacitados para tender puentes de desarrollo más allá de la retórica discursiva? ¿Son confiables sus propuestas? ¿Cuáles son sus principales fallas? ¿Les creemos cuando dicen que quieren cambiar las cosas para vivir mejor?

Hay una ausencia absoluta de propuestas serias y sensatas. Hay carencia de valores y principios en los discursos. Vemos un alejamiento arbitrario entre los aspirantes y los electores. No hay una conectividad entre la aspiración genuina del ciudadano y la ambición retorcida del aspirante. Todo se ha querido suplir con un lenguaje florido, como ocurrió hace unos días con uno de los precandidatos.

Gobernar a un estado como Chiapas requiere no solo de discursos ni repartición de despensas; no es con dádivas como se van a superar los graves problemas que se tiene. Es con programas y proyectos definidos y bien dirigidos. Es con propuestas realistas, no con ocurrencias de último minuto.

Gobernar a Chiapas debería ser, para los aspirantes, un desafío más allá de las ambiciones y mucho más entrado en la realidad; es conocer sus debilidades y encontrar sus puntos de fortaleza para aprovecharlas para el bienestar colectivo.

No sirven los discursos bonitos, ni las frases trilladas, ni el palabrerío fatuo; sirve la capacidad, la inteligencia, el sentido común, pero sobre todo, el amor a ésta tierra.

¿Podrán entenderlo los aspirantes?

 

(Ver entrevistas en: http://ksheratto.blogspot.mx/search/label/Entrevistas)

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