SÓLO PARA ENTERADOS Por: Húbert Ochoa Destacado
- Escrito por Húbert Ochoa
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Húbert Ochoa (twitter: @huberochoa)
AVES DE RAPIÑA
*Los beneficios que han obtenido Pedro Gómez Bahamaca y su prole
*El veracruzano Adelfo Alejandro Gómez: pillo de siete suelas
No es necesario hacer un examen nimio de la historia magisterial para encontrar en sus páginas a sujetos que, con las llamadas luchas magisteriales, se han enriquecido llegando a desenvolverse en la opulencia sin siquiera conocer una tiza o haber pisado un aula y, para variar, con una pobre preparación académica pero, eso sí, coyotes en el arte de la manipulación.
¿De dónde brotaron individuos como Amadeo Espinosa Ramos, Julio Peralta Esteva, Abundio Peregrino García, Hugo Roblero Gordillo, Jorge Pérez Pérez, Julio César Chamé Martínez, David Aguilar Solís, Sonia Catalina Álvarez, Neftalí Flores Archila y muchos otros que han ocupado puestos elevados en la política y traficado con la educación?
Es infame el ejemplo de Amadeo Espinosa Ramos. Desde sus años de estudiante en la normal rural Mactumatzá atisbó que el grito callejero es una industria apetitosa para quien lo dirige y si es capaz de acobardar a un gobierno. Basta organizar a un tropel de bárbaros, armarlos de las más altisonantes consignas, lanzarlos a las plazas públicas, inducirlos al desafío de la legalidad y los resultados políticos y monetarios son suculentos.
Quizá Espinosa Ramos no sabe quién es Victoria Dornelas ni dónde se halla la comunidad El Duraznal, en Frontera Comalapa, en la que un abnegado maestro instruye de lunes a viernes a niños de primero a sexto grados y es constantemente coaccionado para apoyar los paros en la capital. Pero Espinosa sí sabe de artimañas porque ese ha sido su modus operandi que le permite llevar una vida en la molicie.
Tres veces diputado federal, una diputado local y una vez Senador de la República dan cuenta irrefutable de los beneficios que ha arrancado Espinosa Ramos con los movimientos magisteriales, además de controlar, con fiereza de hiena y pezuñas de unicornio, al Partido del Trabajo que hace tiempo convirtió en patrimonio suyo y de una gavilla de hampones de la política.
A los maestros que protestan se les ha dicho que la Ley del Servicio Profesional Docente trastoca sus conquistas sindicales. Es normal que, ante una amenaza, cualquier trabajador reaccione enfurecido para proteger la fuente de ingresos que lo alimenta.
No se les dice (y ellos tampoco se han ocupado en indagar) que no se trata de una reforma laboral, sino de tipo administrativo que busca la excelencia educativa y que nunca regula aspectos sobre condiciones de trabajo. Así, los derechos de los trabajadores son inamovibles y permanecen tutelados por el artículo 123 Constitucional.
Los buenos maestros (como el que no abandona su derruida escuela en el pueblo El Duraznal pese a las provocaciones de quienes a rastras quieren llevarlo a la bola) por supuesto que respaldan la Reforma Educativa.
Detestan la Reforma los que quieren seguir enquistados en mafias, los que están acostumbrados al libertinaje, los que detentan doble plaza cobrando 45 mil pesos en cada una de ellas; los cientos de comisionados abusivamente, los que han hecho del chantaje una provechosa empresa, los que se niegan a la actualización y, desde luego, los líderes facinerosos.
Del paro también sacan ventaja políticos en el ostracismo porque se trata de una oportunidad nutritiva, inmejorable para resucitar de la podredumbre a donde los ha confinado la historia.
Pablo Salazar Mendiguchía, el ex presidiario 8476, apuesta en la oscuridad a que el conflicto se salga de control porque desea una conflagración mayúscula que lo catapulte a la notoriedad, al menos mediática, por eso de pronto manda mensajes a través de personeros respaldando a un magisterio que él como gobernador aplastó con su brutalidad ya conocida.
CARNADA
Aunque hoy pernea mayor conciencia sobre lo que hay entre las sombras de la mal definida y peor entendida lucha magisterial, los maestros que todavía se meten a la revuelta ignoran, o están hipnotizados por la ponzoñosa verborrea de sus líderes, que ellos únicamente son carnada para que sus capataces pacten beneficios para sí, sus más allegados y sus familiares. La vieja historia de corrupción y engaño de siempre.
David Gemayel Ruiz Estudillo, el muchacho de 28 años que murió en diciembre de 2015 en medio de la rebelión, desconocía que su líder Adelfo Alejandro Gómez, de la Sección 7 del SNTE, originario de Veracruz, sólo en un trimestre del año pasado cobró 75 mil 427.19 pesos sin haber dado clases en la escuela primaria Josefa Ortiz de Domínguez, de Reforma, en la que está asignado. Adelfo ni siquiera conoce esa escuela.
Pedro Gómez Bahamaca, otro de los adalides, a través de complicidades ubicó a su hijo Luis Ramón Gómez Cerqueda en una sub-jefatura jurídica de la dirección de educación primaria federal.
El departamento le fue creado porque no existía. Su oficio de comisión es el SE/SEF/DEP/SP/03272. Luis Ramón no presentó jamás examen de oposición y carece de perfil docente. Paralelamente tiene otro cargo en la Procuraduría Federal del Consumidor.
¿Cuántos David Gemayel más serán sacrificados por la maldita ambición de los líderes magisteriales? No lo sabemos. Sí sabemos que esa codicia no tiene límites y, ante la lasitud del Estado, cada vez se vuelve más temeraria y peligrosa dejándonos a los ciudadanos en completo estado de indefensión y presas del terror.
El 17 de octubre de 2013, Adelfo Alejandro y Gómez Bahamaca lo dejaron muy bien claro cuando advirtieron a los del gobierno: Vamos a hacerles la vida imposible. (Que Dios nos bendiga).